Y
es que, a veces, cierro los ojos deseando con todas mis fuerzas
olvidar su voz; poder odiarle. Y no porque quiera, sino porque lo
necesito. Es una de esas cosas que tienes que hacer por necesidad,
aunque sea lo último que se te pase por la cabeza -porque te conoces
demasiado y sabes que por mucho que te repitas a ti misma lo mucho
que le odias, no estás más que repitiéndote lo mucho que le
quieres. ¿Sabes? Y te sientes débil y odias no poder odiar; pero
sobretodo odias no saber ocultar esa debilidad por él, porque eso le
hace fuerte.
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